Un año después de la muerte de Osama bin Laden, el grupo terrorista está perdiendo relevancia.
Por Rajeh Said para Infosurhoy.com – 03/05/2012
LONDRES - Ha pasado un año desde la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, acaecida en su escondite en Abbottabad, Pakistán.
Residentes llevan el cuerpo de una mujer que murió en el más reciente ataque de Al-Shabaab en el Teatro Nacional de Somalia, en Mogadiscio. (Omar Faruk/Reuters
El actual liderazgo de esta organización en las zonas fronterizas entre Afganistán y Pakistán, encabezado por Ayman al-Zawahiri, no parece estar hoy en mejores condiciones que la de Bin Laden en los últimos años de su vida: Sitiado y sin apoyos.
Pero esto no significa que Al Qaeda haya sido derrotada por completo. Dicha organización es al parecer todavía capaz de llamar a sus aliados, quienes se han convertido en sus sucursales en todo el mundo. La más reciente en responder al llamado fue el movimiento de Somalia, Harakat al Shabaab al Mujahideen.
Si bien la fusión de Al Shabaab con Al Qaeda fue catalogada como un "logro" por el nuevo líder de la organización, Al Zawahiri, el hecho es que el comportamiento actual de este movimiento armado somalí parece mostrar que está recorriendo el mismo camino que otros afiliados de Al Qaeda y los grupos armados que tiene a su disposición, cuyos excesos e interpretación extremista de las enseñanzas islámicas han alienado a personas y las ha impulsado a unirse a las fuerzas de oposición.
Al Shabaab nadando contra la corriente
Los asesinatos y atentados llevados a cabo por Al Shabaab dan la impresión de que el grupo tiene la intención de nadar contra la corriente.
Dichas operaciones, en lugar de ganar apoyo popular, están produciendo el efecto contrario, como lo demuestran los atentados de Al Shabaab llevados a cabo el 4 de abril en Mogadiscio, Somalia, que cobraron la vida de al menos seis civiles, entre ellos la de autoridades deportivas que no tomaron parte en los combates en curso entre Al Shabaab y las fuerzas gubernamentales, apoyadas por las fuerzas de paz de la Unión Africana.
Aunque el movimiento ha perpetrado numerosos atentados con bombas que han cobrado decenas de vidas de civiles, su más reciente ataque en el corazón de la capital da que pensar, ya que se produjo después de que el grupo se convirtió en un afiliado oficial de Al Qaeda en febrero de este año. Esto significa que las operaciones de Al Shabaab son atribuibles a la organización.
Según informes de prensa, el ataque fue ejecutado por una mujer suicida que se inmoló en el Teatro Nacional en Mogadiscio, matando al menos a seis personas, entre ellos al presidente del Comité Olímpico de Somalia, así como al presidente de la Federación de Fútbol de Somalia. Aparentemente el blanco de Al Shabaab era el primer ministro Mohamed Ali Abdiweli, en el momento en que se disponía a pronunciar un discurso en el teatro –recientemente abierto por primera vez en 20 años–, sin embargo resultó ileso.
Además de las bajas humanas causadas por el bombardeo en el Teatro Nacional, es lamentable que el ataque se haya producido en un momento en el que la capital somalí estaba mostrando signos de que la vida estaba volviendo a la normalidad, después de más de 20 años de guerra, tras la caída del régimen de Siad Barre en 1991.
Dado que Al Shabaab fue expulsado de Mogadiscio en agosto de 2011, la confianza de los somalíes había ido aumentando notablemente, con la construcción de nuevas escuelas, la apertura de tiendas y restaurantes y los grandes esfuerzos de reconstrucción en la devastada capital.
Adicionalmente, Turkish Airlines inició la primera ruta aérea internacional en marzo, con vuelos dos veces por semana.
Es por ello que dicho ataque puede conllevar resultados contraproducentes, ya que tales actos podrían aumentar la ira de los residentes de la capital, quienes quieren comenzar una nueva vida.
Incluso, algunos dentro del movimiento islamista en Somalia entienden que este tipo de operaciones no auguran nada bueno para quienes se autodenominan yihadistas.
Sheikh Hassan Dahir Aweys, quien encabezaba el grupo insurgente islamista somalí Hizbul Islam hasta que el partido se fusionó con Al Habaab en el año 2010, recientemente expresó esa opinión.
"Llamo a nuestros hermanos del movimiento yihadista Al-Shabaab para que cese el derramamiento de sangre de musulmanes somalíes y la aniquilación de civiles inocentes en nombre del Islam", advirtió Aweys una reunión de sus seguidores el 30 de marzo.
Su crítica coincide con un video publicado en Internet en marzo por Omar Hammami, también conocido como Abu Mansour Al Amriki, en el que dijo que temía por su vida, responsabilizando al Al Shabaab, movimiento al que se había unido hace unos años para llevar a cabo el "jihad". Al Amriki habló en el video sobre las disputas doctrinales entre él y Al Shabaab, pero no estaba claro si las diferencias eran sobre la justificación de los asesinatos y el derramamiento de sangre.
Aunque dicho movimiento respondió diciendo que no tenía intención de matar a al Amriki y que ha abierto una investigación sobre el incidente, los informes que circulan a través de los medios de comunicación reportan que éste fue asesinado y decapitado, posiblemente a manos de una facción de Al Shabaab.
Mientras que su muerte no ha sido confirmada e inmediatamente han surgido noticias que lo dan por vivo y bajo arresto domiciliario, Al Shabaab aún no se ha pronunciado sobre los informes de su muerte.
El fiasco sobre el destino de Al Amriki y las fisuras reportadas en las filas del grupo, ha llevado a muchos analistas somalíes a declarar que el grupo está "a punto de morir."
Al igual que en Irak, Yemen y en Somalia
La constante justificación de los asesinatos y atentados con bombas de Al Shabaab indica que el movimiento está tomando el mismo rumbo que otros afiliados de Al Qaeda han tomado en el pasado, lo que llevó a su destrucción tras la disminución del apoyo público para sus actividades.
El ejemplo más claro de ello es el curso que tomó la acción de Al Qaeda en Irak, bajo el liderazgo de Abu Musab al-Zarqawi.
Las operaciones de Al Zarqawi cobraron cientos de vidas en los bombardeos al azar y espeluzantes asesinatos, lo que finalmente hizo que un número de iraquíes, entre ellos algunos de la llamada resistencia armada contra las fuerzas extranjeras y del Gobierno iraquí, se distanciaran de Al Qaeda y sumaran esfuerzos para erradicarlo.
Los informes actuales de Yemen indican que un malestar similar impregna los segmentos de la población yemení, quienes rechazan las prácticas de Al Qaeda en la península arábiga, así como las de su afiliado, el grupo Ansar al-Sharia, que se centra en la aplicación de una severa interpretación de la ley islámica, incluyendo la aplicación del hadd [castigo corporal]
Este rechazo no se limita solo a la población de Yemen, sino que ha comenzado a surgir entre los miembros de Ansar al-Sharia, que rechazan la práctica de matanzas indiscriminadas, como lo demuestra la reciente ejecución de siete miembros del grupo Ansar al-Sharia que se negaron a llevar a cabo atentados suicidas con bombas dirigidos a los comités de resistencia popular en la ciudad de Lawder, en la provincia de Abyan.
La negativa de los miembros de llevar a cabo ataques suicidas es sin duda un reflejo de la desintegración interna que la organización de Yemen está sufriendo, la cual indica que algunos miembros están empezando a recapacitar y tal vez han llegado al convencimiento de que la lucha al lado de Al-Qaeda está mal.
Un rechazo similar contra la violencia aconteció en Argelia en la década de 1990, cuando los asesinatos causados por el Grupo Islámico Armado (GIA) provocaron la ira popular, lo cual ayudó al gobierno central a derrotar a los extremistas. Los asesinatos del grupo en aldeas remotas condujeron a esas poblaciones a formarse como voluntarios de grupos de autodefensa armados por el gobierno, privando a la GIA de la capacidad de moverse libremente en las zonas rurales y ayudando a las fuerzas de seguridad a perseguir y eliminar a miembros de la organización.
La violencia armada en Argelia ha disminuido considerablemente desde que el GIA fue erradicado, aunque el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), agrupación disidente que surgió del GIA, ha persistido en el uso de la violencia. En una señal de que Al Qaeda no aprendió la lección de que la violencia no vale la pena, el GSPC se alineó con Al Qaeda y se convirtió formalmente en su rama en el Norte de África, bajo el nombre de Al-Qaeda en el Magreb Islámico, en 2007.
A la luz de esta realidad, es evidente que tanto Al Qaeda como sus afiliados necesitan revisar la viabilidad de las continuas matanzas y las operaciones de bombardeo que victimizan a civiles inocentes. Al Qaeda, sin duda, sabe que con su pérdida de apoyo público se ha convertido en un pez fuera del agua... esperando la muerte.
Incluso Bin Laden, antes de su muerte, al parecer entendió que su organización tenía un problema de imagen, especialmente cuando sus acciones se contrastaron con los métodos pacíficos de los movimientos de la Primavera Árabe.
Sin embargo, las recientes acciones en Somalia y Yemen indican que esta fundamental lección acerca de la inutilidad de la violencia aún no se ha aprendido del todo. Por ello, es probable que cualquier intento de "identificación" de afiliados locales con Al-Qaeda continúe siendo contraproducente.